martes, 24 de septiembre de 2013

Aprendizaje simbólico

[El hombre es un animal simbólico], es decir, que nos diferenciamos de las otras especies por la capacidad de manejar símbolos como por ejemplo el lenguaje” -Fernando Savater, citado en Aprendizaje simbólico por Oscar Correa Miranda

Estás en Japón y tus órganos vitales te indican que de no encontrar un sanitario, podría ocurrir una catástrofe. No hablas el idioma. En medio de la desesperación encuentras un letrero azul y al centro una figura humana en abstracto. En otro letrero la misma figura, de sexo opuesto. En el instante en que miras esa imagen sabes que tus problemas se han solucionado.

Este es el funcionamiento del símbolo. A un sólo golpe de vista un conjunto de elementos gráficos (líneas, formas, colores) que representan, una idea compleja. Si en un templo masónico se sustituyeran los símbolos por sus equivalentes, digamos, escritos, tendríamos los muros repletos de palabras y párrafos.

Entre las dudas más comunes de un recién iniciado está la metodología masónica de aprendizaje. La logia azul trabaja con símbolos. Cuando las enseñanzas masónicas se empaquetan en contenedores accesibles y manejables, se potencia la profundidad que puede alcanzar el cerebro humano por medio de asociaciones sucesivas. El estudio de los símbolos es como organizar una mudanza. Se van poniendo las ideas organizadas en cajas que contienen cajas. Las ideas se multiplican. Con el tiempo y el trabajo, el mecanismo está listo para activarse cada vez que el símbolo se presenta. La escuadra, el compás, el martillo, el cincel, la piedra, las columnas, el pavimento, empiezan a significar y la mente a entender, y con esto incentivar otra serie de procesos mentales.

Pero lo más importante de todo es la constancia. En clase de música te enseñan que si la nota está en la primer línea, es mi. Si está en el primer espacio, fa; y así sucesivamente. Muchos ya lo sabemos, sin embargo, igual que como aprendimos a leer, sólo con el estudio constante se puede ser capaz de Leerla y cantarla o tocar a primera vista.

QQ:.H:. los invito a que me acompañen a aprender masonería.

Es cuánto.

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Referencia:


sábado, 21 de septiembre de 2013

La gimnasia y la magnesia

Uno de los errores más comunes es confundir la institución masónica, a los masones y a la masonería. Al entrar a una logia y encontrarse con un sinnúmero de situaciones puede llegar a despistar al neófito, al cual se le prometió progreso, virtud y crecimiento. Y no le ocurre. No hay milagro.

Este neófito se va y hace un blog mofándose de los rituales, de los hermanos; pasando por alto los juramentos, decepcionado de la conducta de sus hermanos, o de la manera a veces despótica o burocrática de algunos cuerpos masónicos. Va por la vida diciendo, soy o fui masón, no es la gran cosa. Una piedra se perdió, tal vez. Quizá hasta se quedó; quizá todavía siga asistiendo a las tenidas gracias a una inexplicable inercia.

Es difícil separar al hermano que no ha sido tan entregado a pulir su piedra bruta, de la masonería; distinguir un taller mal dirigido de la masonería; incluso algunos de los landmarks llegan a desviar sobre el verdadero propósito de la orden.

Porque la masonería como organización, está sujeta a los mismos vicios de otras instituciones, porque está aún empapada de profeneidad. Y el masón, es una sola célula de ella. Ambas partes están dedicadas en mayor o menor grado a contener la escencia, el algo al que aspira y aspiramos todos los que estamos aquí.

Por eso se insiste, ni el templo, ni los hermanos, ni los grandes orientes son la masonería, sino meros vehículos de ésta. Gracias a ellos sobrevive el conocimiento iniciático, pero el trabajo del masón es aprenderla y preservarla. La iniciación, si bien marca un antes y después, no es el regalo de la masonería, nada más alejado de la realidad; sino la oportunidad de trabajar para llegar, no sin gran esfuerzo, a conocerla.

Hermano, se te ha abierto la puerta, pero de tí depende cruzarla.

Es cuánto.




M:. M:. Shelley Valdés Herrera

viernes, 20 de septiembre de 2013

La piedra Bruta, El León de Nemea

La limpidez del alba despeja las tinieblas y ya Hércules camina bajo el radioso sol griego que se quiebra en la blanca roca y tiñe de tonos violáceos las sombras.

El Titán embriagado de luz y horizontes va a medirse con el León de Nemea, bestia feroz, devoradora de hombres y ganado, que se oculta en el bosque de la Argólida.

Ya el héroe se aproxima, y cuando bordea el boscaje, todo: Luz, aire, llanuras y montes pierden de cuajo su armonía placida.

Tan solo el asentar la planta en la hosca espesura hace sentir, sin transición, un frío súbito, que cala hasta la médula, como el de la alta cordillera al tiempo del ocaso. Atrás queda el día exuberante de colores y aromas, Hércules ya se interna en la maraña espesa, en el matorral húmedo, de espinas cáusticas, entorno fétido y pegajoso.

La agreste floresta, la maleza se ha dejado crecer hasta conformar añosos y defectuosos árboles, casi imposibles de desarraigar, símbolo del pequeño defecto que nos toleramos en el pasado, y ahora, desmesurado, nos plasta y agobia innecesariamente.

Ese bosque verdinegro y siniestro es la representación palpitante de tu naturaleza obscura. Es la maraña ponzoñosa y espesa de aquella parte no cincelada de tu piedra bruta, el acicate de todo pensamiento y acción innoble.

Esa espesura amenazadora se nutre de todo pensamiento torvo, desequilibrado, descompasado e involutivo, alimento permanente que torna al bosque en eterno y al león de Nemea en casi invencible. Hércules hace un parangón entre ese bosque y su persona, y se dice: ¿Esa enredada selva representa mis propias entrañas? ¿De qué materia estoy hecho? ¿Porqué es preciso que dependa de mi piedra bruta y vil para ascender espiritualmente? ¿Porqué debo modificarla sin sentir repugnancia por su aspecto duro, insoluble, su olor infecto, su coloración negra y sus jirones sórdidos? ¿Porqué ésta, mi materia, aún tan imperfecta, es el material reservado por la Divinidad para sus elegidos? ¿Porqué en su basto y torpe contenido, efectivamente encuentro todo lo que desean hallar los filósofos? ¿Porqué esta masa informe hecha de tinieblas y de luz, de mal y de bien, mezclados en la peor de las confusiones que aparentemente nada contiene, encuentro los medios de mi propia superación?

Hércules avistó a la fiera pronta a saltar sobre él. Sintió intuitivamente que ese bruto representaba lo perverso que anida en todo hombre. Es lo instintivo. Es la irrupción de las ambiciones injustas y atropelladoras, es la fuerza ancestral no domeñada, que tuerce el accionar de las personas y las prende a sus sentidos inferiores.

Cada ser humano lleva agazapada dentro de sí la fiera de Nemea, y mientras no lo acepte y asuma, no podrá realizar un trabajo de limpieza ética y espiritual en sí mismo, pues ese monstruo le exige ser alimentado con permanentes sensaciones fuertes y negativas, que le obligan a generarlas, una y otra vez, cuando se ha dejado subyugar por ese poder tiránico.

Hércules tiende su mano hacia su carcaj, y dispara sus certeras saetas, que rasgando el aire, dan de pleno en el pelaje del León de Nemea, más rozando esa piel, los dardos ruedan al suelo. Seguidamente blande su pesada maza y la descarga sobre la soberbia cabeza del león, la clava se disgrega en mil pedazos.

Ninguna arma es suficiente. Quien espera encontrar esa fuerza liberadora fuera de sí, da más impulso a la fiereza y poder de la bestia.

Por otra parte, quien neciamente disipa su fuerza en el placer vano y emaciador, divide y debilita sus energías y no puede desalojar sus actos errados.

Hércules vence al León de Nemea en la única forma posible, le estrecha y estrangula con sus manos, privándole de su aire nauseabundo.

El iniciado también ha de cortar de raíz el fluir emocional y mental descompasados que le avasallan, y le hacen conocer la ansiedad y el dolor de saberse incapaz de acciones nobles y enaltecidas. Al liberarse el Héroe del dominio de sus sentidos y alcanzar la ausencia de deseos incontrolados, sobrepasa lo postizo y la artificial atracción retentiva y paralizadora de lo inferior, comprendiendo que existe un mundo diverso, digno de conocerse mediante una superior percepción. El luchador que hay en nosotros ha vencido la bestia interior, que se ha diluido para reaparecer en la forma de la Hidra de Lerma….


“Aquí está mi piedra, bruta e imperfecta.
Aquí estoy yo, llena de vicios e ignorante
Estoy delante de vosotros, mis hermanos.
Os pido vuestras luces para seguir trabajando.”


Es cuánto.
Apr.·. Mas.·. Tacos
Fuentes Varias.