viernes, 20 de septiembre de 2013

La piedra Bruta, El León de Nemea

La limpidez del alba despeja las tinieblas y ya Hércules camina bajo el radioso sol griego que se quiebra en la blanca roca y tiñe de tonos violáceos las sombras.

El Titán embriagado de luz y horizontes va a medirse con el León de Nemea, bestia feroz, devoradora de hombres y ganado, que se oculta en el bosque de la Argólida.

Ya el héroe se aproxima, y cuando bordea el boscaje, todo: Luz, aire, llanuras y montes pierden de cuajo su armonía placida.

Tan solo el asentar la planta en la hosca espesura hace sentir, sin transición, un frío súbito, que cala hasta la médula, como el de la alta cordillera al tiempo del ocaso. Atrás queda el día exuberante de colores y aromas, Hércules ya se interna en la maraña espesa, en el matorral húmedo, de espinas cáusticas, entorno fétido y pegajoso.

La agreste floresta, la maleza se ha dejado crecer hasta conformar añosos y defectuosos árboles, casi imposibles de desarraigar, símbolo del pequeño defecto que nos toleramos en el pasado, y ahora, desmesurado, nos plasta y agobia innecesariamente.

Ese bosque verdinegro y siniestro es la representación palpitante de tu naturaleza obscura. Es la maraña ponzoñosa y espesa de aquella parte no cincelada de tu piedra bruta, el acicate de todo pensamiento y acción innoble.

Esa espesura amenazadora se nutre de todo pensamiento torvo, desequilibrado, descompasado e involutivo, alimento permanente que torna al bosque en eterno y al león de Nemea en casi invencible. Hércules hace un parangón entre ese bosque y su persona, y se dice: ¿Esa enredada selva representa mis propias entrañas? ¿De qué materia estoy hecho? ¿Porqué es preciso que dependa de mi piedra bruta y vil para ascender espiritualmente? ¿Porqué debo modificarla sin sentir repugnancia por su aspecto duro, insoluble, su olor infecto, su coloración negra y sus jirones sórdidos? ¿Porqué ésta, mi materia, aún tan imperfecta, es el material reservado por la Divinidad para sus elegidos? ¿Porqué en su basto y torpe contenido, efectivamente encuentro todo lo que desean hallar los filósofos? ¿Porqué esta masa informe hecha de tinieblas y de luz, de mal y de bien, mezclados en la peor de las confusiones que aparentemente nada contiene, encuentro los medios de mi propia superación?

Hércules avistó a la fiera pronta a saltar sobre él. Sintió intuitivamente que ese bruto representaba lo perverso que anida en todo hombre. Es lo instintivo. Es la irrupción de las ambiciones injustas y atropelladoras, es la fuerza ancestral no domeñada, que tuerce el accionar de las personas y las prende a sus sentidos inferiores.

Cada ser humano lleva agazapada dentro de sí la fiera de Nemea, y mientras no lo acepte y asuma, no podrá realizar un trabajo de limpieza ética y espiritual en sí mismo, pues ese monstruo le exige ser alimentado con permanentes sensaciones fuertes y negativas, que le obligan a generarlas, una y otra vez, cuando se ha dejado subyugar por ese poder tiránico.

Hércules tiende su mano hacia su carcaj, y dispara sus certeras saetas, que rasgando el aire, dan de pleno en el pelaje del León de Nemea, más rozando esa piel, los dardos ruedan al suelo. Seguidamente blande su pesada maza y la descarga sobre la soberbia cabeza del león, la clava se disgrega en mil pedazos.

Ninguna arma es suficiente. Quien espera encontrar esa fuerza liberadora fuera de sí, da más impulso a la fiereza y poder de la bestia.

Por otra parte, quien neciamente disipa su fuerza en el placer vano y emaciador, divide y debilita sus energías y no puede desalojar sus actos errados.

Hércules vence al León de Nemea en la única forma posible, le estrecha y estrangula con sus manos, privándole de su aire nauseabundo.

El iniciado también ha de cortar de raíz el fluir emocional y mental descompasados que le avasallan, y le hacen conocer la ansiedad y el dolor de saberse incapaz de acciones nobles y enaltecidas. Al liberarse el Héroe del dominio de sus sentidos y alcanzar la ausencia de deseos incontrolados, sobrepasa lo postizo y la artificial atracción retentiva y paralizadora de lo inferior, comprendiendo que existe un mundo diverso, digno de conocerse mediante una superior percepción. El luchador que hay en nosotros ha vencido la bestia interior, que se ha diluido para reaparecer en la forma de la Hidra de Lerma….


“Aquí está mi piedra, bruta e imperfecta.
Aquí estoy yo, llena de vicios e ignorante
Estoy delante de vosotros, mis hermanos.
Os pido vuestras luces para seguir trabajando.”


Es cuánto.
Apr.·. Mas.·. Tacos
Fuentes Varias.

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